Cómo la preocupación por una ciudad más limpia es una oportunidad de reflexión
Por Daniel Martínez
En cualquier nivel de enseñanza, el esquema general es que el docente enseña y el alumno aprende. Es así como funcionan las instituciones educativas. Sin embargo, todos sabemos que esto no siempre es así. De hecho, siempre estamos aprendiendo de nuestros estudiantes. A veces extraemos valiosas lecciones o nos inspiran a desarrollar ciertas habilidades o profundizar en determinadas áreas del conocimiento. En mi experiencia como docente desde los inicios, he aprendido mucho de mis alumnos. Si hubo un ciclo en particular que destaque entre todas las demás, sin duda, fue el 2018-1 en el curso de Comprensión y Producción de Lenguaje I con la sección CC1A. ¿Qué pasó en este ciclo en particular? Era para mí, un ciclo con cambios en la forma de enseñanza de nuestro curso. Unos cambios con amplias libertades para el estudiante donde ellos podían elegir sus temas, sus fuentes y todos los recursos necesarios para explicar un problema concreto de nuestra realidad. Dicho en otras palabras, ellos eran siempre el centro de clase y yo era como un director de cine que los veía desarrollar sus talentos y aportar con algunas cuotas de dirección y soporte. En este contexto los alumnos Mónica Prado, Hector Novoa y Wildor Villalobos me sorprendieron gratamente y enseñaron cuestiones fundamentales de ética y ciudadanía. Este grupo había elegido el problema de la basura en las calles de Lima y lograron identificar sus causas para entenderlo mejor en su real dimensión. Con este trabajo en particular, reforcé en mí el principio de inyectar grandes dosis de pasión en cualquier tarea que realice sea este pequeña o grande. También, comprendí que la principal causa de la basura en las calles recae principalmente en la falta de educación y conciencia de la personas.
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