Cómo el amor por el mar nos transformó en defensores de nuestras playas
Por Pamela Medina
No todos los estudiantes llegan motivados a un curso de redacción, más aún si conciben la escritura como un hecho estático y sin utilidad. Eso fue lo que sucedió el año pasado (2018), en el primer semestre, con tres de mis estudiantes de Comprensión y Producción de Lenguaje 1 de la sección NX1C. Al formar los equipos, Dayana Portillo, Piero Loayza y Sarai Falen se vincularon por coincidencias temáticas: los tres amaban ir a la playa, por eso, se denominaron “Los salvaplayas”. A partir de la segunda semana, tras conocer las líneas del curso, ellos pudieron descubrir que su gusto y preocupación por el mar podía ser compartido hacia el resto del mundo a través de una plataforma virtual que no solo pone en acción su competencia escrita, sino también, la creativa. Escribir sobre un tema que dominaban, más aún, que sentían como propio, los hizo conscientes de su uso del lenguaje y la manera en la que articulaban su discurso escrito. Parte de esta experiencia generó en ellos la necesidad de perfeccionar esta competencia en constantes sesiones de tutorías. Los veía competir, en la misma medida en la que los veía trabajar colaborativamente. Incluso, a veces, recuerdo que sus calificaciones se transformaban en indicadores de mejoría que, lejos de frustrarlos, en realidad, los formaba como escritores conscientes de ser leídos. La comprensión por parte de sus lectores de aquello que escribían se convirtió en la mejor nota que podrían obtener. De todas las secciones que he tenido hasta ahora, creo que los salvaplayas son la muestra perfecta de que la escritura de un texto informativo en una plataforma virtual, por ejercitar su pasión por el mar, puede ser un acto de amor y también un acto de creación.
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